martes, 28 de abril de 2015

Despedida de un compañero de trabajo

(Elogio humorístico)

Hablar de O. Z. es hablar de un amigo  que siempre está dispuesto a darte la mano cuando lo necesitas. Un gran profesional y una excelente persona en quien siempre se puede confiar.

Todos lo conocemos, y sabemos que la puntualidad no es su fuerte. Las únicas veces que lo hemos visto correr… es por las mañanas, cuando se aparece todo apresurado en la oficina con cinco minutos de retraso.

Recuerdo mi primer día de trabajo aquí. Me lo presentó un amigo en común del área de sistemas. Recuerdo que me dijo: “te voy a presentar al peque”, y al escuchar este singular apodo me imaginé a una persona menuda, de pequeña estatura, delgadito; pero luego, al verlo,  me di cuenta que era tooodo lo contrario.

Y no es que esté un poquito subido de peso, noooo… lo que pasa es que tiene un corazón tan bueno y tan grande que necesita un lugar amplio donde lo pueda albergar.

Por otra parte, los deportes son su fuerte. Es campeón en muchas disciplinas y tiene muchos records en su haber… No hay nadie que le pueda ganar en PlayStation; con los pulgares es un deportista de clase mundial. Es fan de todos los deportes que se pueden practicar sentado en una silla: póker, ajedrez, monopolio.

Ya hablando en serio, cada vez que puede practica el fútbol, pero nació con dos pies izquierdos el pobre, y siempre lo ponen de arquero. En el último campeonato interno del trabajo le puso muchas, pero muchas ganas y el partido terminó en goleada… 7 a 1. Como el Brasil-Alemania. Nosotros éramos Brasil.

Eso sí, bajo el agua es otra cosa: es un buzo experimentado, y como él mismo señala, puede aguantar mucho tiempo sumergido porque tiene tanque de oxígeno incorporado.

Bromas aparte, estimado O., ha sido una gran satisfacción para todos nosotros haber compartido contigo estos años de trabajo, y ahora te deseamos de todo corazón los mayores éxitos y las mayores alegrías en esta nueva etapa de tu vida. Gracias por tu amistad.

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