sábado, 9 de junio de 2012

En memoria de Robin Gibb




Lunes, 21 de mayo de 2012.

Robin Gibb falleció ayer domingo a las 10:46 de la mañana en una clínica particular de la ciudad de Londres. Sobre la ciudad, el cielo lucía despejado y una serena brisa helada mecía las copas de los árboles.

On the waves of the air,
there is dancin' out there.


Se ha ido físicamente el cantante, la estrella, el ídolo de nuestros setentas que, junto a sus también geniales hermanos Barry y Maurice (Andy hizo una exitosa carrera como solista), en sus tiernas canciones prescribía al mundo una cura para todo mal: el amor.

He visto mis problemas y lo tengo claro,
tenemos amor y tenemos que alimentarlo.
No hay peligro, podemos llegar muy lejos,
si nos damos cuenta de que podemos ser lo que somos.
Grease is the word.


En los periódicos de los setentas se decía que la nuestra era la generación de la peligrosa era nuclear y la tensa guerra fría, pero para nosotros éramos la generación del atuendo unisex, las camisas con cuellos en punta, los pantalones acampanados, los zapatos macários, el pelo largo, las ideas románticas, y la estampa gallarda en las pistas de baile. En suma: la generación disco.

En 1977 les solicitaron a los Bee Gees (Brothers Gibb) temas para Fiebre de Sábado por la Noche, la película que hizo de John Travolta un mito. “Nos pidieron urgentemente cuatro canciones, tras contarnos por encima el argumento  –recordaba, años después, Robin Gibb, la voz más reconocible de los Bee Gees–. Les mandamos cinco: Stayin’ alive, Night fever, How deep is your love, Jive talkin y You should be dancing. Lo curioso es que no les gustaron demasiado, pero ya no tenían otra opción”. Toda una era empezó con aquella película y pensar que pudo nunca haber existido.
Las canciones de los Bee Gees nos hablaban de individuos solitarios y soñadores en búsqueda de un camino –como suelen ser los adolescentes–, pero llenos de esperanza y amor para dar, vehementes por vivir sin límites. Un camino por el que nos invitaban a transitar bailando y cantando, liberados de los problemas, hacia un final que no podía ser otro que una existencia en armonía con nosotros mismos, la gente y la naturaleza.

¿Qué tan profundo es tu amor?
Realmente necesito aprender,
porque vivimos en un mundo de locos,
quebrantándonos,
cuando debieran dejarnos ser,
pertenecemos el uno al otro.


Robirn Gibb y los Bee Gees, los reyes del pop, con sus agudas voces, atuendos blancos, pantalones apretados, camisas abiertas y medallones, le estamparon el sello de su espíritu trotamundos a aquella década. Una época de entes noctívagos en una permanente fiebre de sábado por la noche. Años en que las grandes plataformas con luces de colores se ganaron un lugar en las pistas de las discos, los padres se rompían trabajando para mantener a sus hijos, y los muchachos, vistiendo atuendos entallados, nos pasábamos las horas aprendiendo los pasos de Travolta y buscando aventuras excitantes por toda la ciudad.
En 1979, los Bee Gees consiguieron un record más en su meteórica carrera: vender 35 millones de copias del álbum Spirits Having Flown. Sin embargo, en los ochentas otros estilos musicales desplazaron a la música disco, nosotros tomamos cada uno su camino, los amores cambiaron, y el estudio primero y el trabajo después nos absorbieron, nos cortaron las alas y nos convirtieron en las criaturas cautivas que somos ahora… Pero cada vez que, por casualidad, escuchamos a los Bee Gees en la radio, el presente se esfuma, las alas vuelven a crecer y nuestra imaginación nos lleva  a ese mundo de libertad y armonía que, en aquellos días, estábamos seguros que existía en algún lugar.
Robin Gibb, su música celestial y su noble espíritu, que tuvimos la suerte de disfrutar, se han ido para reunirse con Andy, Maurice y otros grandes. Su última actuación en un escenario tuvo lugar el pasado febrero, en el teatro Palladium de Londres, en un concierto benéfico para ayudar a soldados heridos. 

El mundo pudo haber cambiado, pero Robin Gibb nunca perdió lo más bello que tenía: un corazón lleno de amor por los demás.


Living your life in someone else's heart
A lover's dream that has no end

No hay comentarios: