(Discurso pronunciado ante la Asociación de Comerciantes Nueva Arica)
Estimados socios, queridos amigos presentes:
El día de hoy estamos conmemorando una fecha muy especial para nosotros: el día del trabajo.
Sin temor a equivocarme sé que la mayoría de los presentes nos hemos iniciado como trabajadores de los más sencillos: como empleados en los mercados, vendedores en las tiendas, peones en el campo, o ayudando a nuestros padres en el negocio familiar.
Y si bien ahora ya muchos somos comerciantes y pequeños empresarios exitosos, no hemos olvidado nunca nuestros modestos inicios ni el ejemplo aprendido, y continuamos trabajando duro para superarnos y dar a nuestras familias un mejor porvenir.
El día del trabajo, día en que las sociedades de todos los países del mundo rinden reconocimiento a las mujeres y hombres que llevan sobre sus hombros la carga más pesada de hacer de éste un mundo mejor, debe llenarnos de orgullo porque, siendo éste nuestro día, nos hace recordar que nos hemos superado gracias a nuestro esfuerzo e inteligencia, y que siendo así nos hemos convertido en un ejemplo para nuestros hijos. Y a ellos, a nuestros pequeños, debemos enseñarles que ningún trabajo es denigrante, que todo esfuerzo tiene su recompensa, y que todas las mujeres y hombres que trabajan merecen nuestro respeto y admiración.
En nuestra asociación hemos tenido la suerte de juntarnos un grupo de personas de trabajo y con fe en el futuro, que esperamos con entusiasmo que nuestros sueños se hagan realidad con la construcción de nuestro centro comercial. Solo falta un poquito, un pequeño esfuerzo más. Tengamos por seguro que con ese espíritu laborioso que siempre nos ha caracterizado lo vamos a conseguir.
¡Viva la asociación de comerciante Nueva Arica!
¡Viva el día del trabajo!
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