—¿Qué
hora es?
—Casi
las seis y media —le respondo a Marisol, mi hermana.
Las
últimas luces del día ya solo iluminan las azoteas de las casas más altas de la
ciudad y nuestro taxi está detenido hace quince minutos en medio de un tráfico
terrible. Cualquiera que vive en Lima sabe que hay que tener una paciencia de
santo durante las horas punta, ¿pero aquí? ¿En Chiclayo?
Nunca pensé que una ciudad pequeña pudiera congestionarse tanto. “Es por las mejoras al sistema de alcantarillado", nos explica en tono de disculpa el conductor, "se están haciendo por todas partes, por esto del fenómeno del niño”.
Nunca pensé que una ciudad pequeña pudiera congestionarse tanto. “Es por las mejoras al sistema de alcantarillado", nos explica en tono de disculpa el conductor, "se están haciendo por todas partes, por esto del fenómeno del niño”.
Mientras
transcurren los minutos, pienso que muy bien podría estar sentado cómodamente
frente a mi PC, puliendo los últimos detalles del discurso que voy a dar este
miércoles en Miraflores Toastmaters, o leyendo la página Web de Orsai, mi
última favorita, pero no me quejo, la entrevista con Carlos Céspedes, el
adolecente considerado el conferencista profesional más joven del mundo, a la
que me ha invitado mi hermana, me parece con mucho más fascinante. “Todos
nacemos con extraordinarios talentos –me comenta ella, que es psicóloga–, pero
en buena parte de los casos, la diferencia entre un genio y una persona del
promedio está en su infancia. En el estímulo que recibió por parte de su
entorno, particularmente de sus padres. Así fue la niñez de Mozart, Picasso,
Dalí y otros personajes famosos”.
El
taxi avanza a pequeñas zancadas, obedeciendo a regañadientes las luces del
semáforo… Me intriga saber cómo será un joven genio. ¿Se la pasará mostrando
sus habilidades a todo el mundo, todo el tiempo? ¿Todo lo que dice tendrá
profundidad filosófica? ¿Las condiciones de su vida serán algo especiales?
La
noche ha caído ya y los faros de la hilera de autos que esperan el cambio de
señal me dejan la impresión de un ejército de luciérnagas en formación, listas
para el ataque. ¡Por fin! Luz verde y nos libramos de la tela de araña del
tránsito. Ahora nos dirigimos por la avenida Grau camino al distrito de La
Victoria, donde vive la familia Céspedes Llanos. ¿Qué hay de diferente en él?
Mi hermana piensa un instante y durante el trayecto me va contando que Carlos tiene el talento del
dominio del idioma y la facilidad de palabra, lo que técnicamente se conoce
como inteligencia lingüística; que a los 3 años dio un pequeño discurso de
agradecimiento a los asistentes a su fiesta de cumpleaños y a los 4 aprendió a
leer y a escribir. “Cuando lo común es que los niños hagan estas cosas solo a
los cinco o seis años”.
En
un punto del trayecto, el taxi abandona el asfalto de la avenida Grau e ingresa
a unas amplias calles de tierra apisonada, bordeadas de árboles y casas de uno
y dos pisos; algunas de adobe, pero la mayoría de material noble. A esa hora la
luz mortecina ocre de los faroles no alcanza a iluminar toda la calle. El auto
avanza despacio. “Yahuar Huaca… Inca Yupanqui…”, va cantando el taxista los
nombres de las calles, mientras busca la dirección. Unos niños en camiseta,
shorts, sin zapatos y las caritas sucias juegan con una pelota desinflada en
medio de la vía poco transitada. “Aquí es”, nos dice finalmente, señalando una casa
de dos pisos con una bonita fachada.
DOS
Carlos
es el hijo único de una familia de clase media modesta. Chiclayano, actualmente tiene 15
años y da conferencias desde los 9, con más de 200 pronunciadas en Perú, Chile,
Ecuador y Colombia. Una trayectoria sorprendente para un adolecente que desde
hace dos años realiza esta labor como profesional.
Cómodamente
sentados en la sala de su casa, su mamá, con gran orgullo, nos invita a ver las presentaciones de su hijo. La especialidad de Carlos son las conferencias de
motivación.
—Mi público objetivo, por ahora, son los jóvenes —nos dice con voz suave, mientras vemos los vídeos.
Cuando uno habla con él no se muestra muy comunicativo, es más bien callado, y, por los lentes de montura estrecha que usa, hasta se podría pensar que es introvertido y tímido. En los vídeos de sus conferencias, en cambio, se observa a una persona muy desenvuelta, conocedor de su tema, con capacidad de manejo de públicos numerosos y domino de las técnicas de oratoria: “Tú puedes lograr todo aquello que te propongas. Comprométete contigo mismo”.
—Mi público objetivo, por ahora, son los jóvenes —nos dice con voz suave, mientras vemos los vídeos.
Cuando uno habla con él no se muestra muy comunicativo, es más bien callado, y, por los lentes de montura estrecha que usa, hasta se podría pensar que es introvertido y tímido. En los vídeos de sus conferencias, en cambio, se observa a una persona muy desenvuelta, conocedor de su tema, con capacidad de manejo de públicos numerosos y domino de las técnicas de oratoria: “Tú puedes lograr todo aquello que te propongas. Comprométete contigo mismo”.
Viste polo blanco, jeans y zapatillas, como un adolescente común. Sin embargo, su vida ha transcurrido siempre fuera de la norma. Aprendió
a declamar al mismo tiempo que aprendió a leer –a los 4 años– y su mamá nos
cuenta que su juguete favorito era un micro que venía como parte de un juego de
estrella de Rock and Roll. Gracias al interés de sus padres por desarrollar la
capacidad que su hijo mostraba como declamador en cada actuación de su colegio,
lo llevaron para inscribirlo en la academia de un conocido profesor de oratoria
de Chiclayo, quien puso como condición que lo aceptaría como alumno solo cuando
cumpliera 5 años. Al cabo de seis meses de espera, por fin el profesor lo
aceptó en su academia: “Más como la mascota de la clase que por que creyera en
su gran talento”. El tiempo le demostró que él sería su alumno más brillante.
Hay
un vídeo suyo de cuando tenía 6 años y habla en un mitin por el día de la
fraternidad aprista dándole la bienvenida a Chiclayo a Alan García. Sorprende
el aplomo de su voz, la fluidez de su discurso, la madurez de sus frases y los
gestos adustos propios de una persona mayor. “No me gusta la política –confiesa–, un conocido nuestro me invitó y me dio a leer algunos documentos
para que diera el discurso, y me presentó como miembro de los CHAP –chicos
apristas–, pero yo no era CHAP”, explica sobre ese mitin y todos reímos por la
simpática anécdota.
¿Te
aprendes de memoria los discursos?, pregunta mi hermana,
mientras vemos su última conferencia en Madre de Dios, en el que
habla ante más de dos mil personas. No, no me gusta aprenderme de memoria las
conferencias, prefiero improvisar. Ya estamos en confianza y nos habla con soltura. Aunque siempre me informo bien del tema y
tengo partes preparadas para los momentos claves. ¿Y cuáles son los temas que más te gustan? Me gusta hablar sobre los valores: la honestidad, la paz, la solidaridad; también hablo sobre cómo alcanzar el éxito y el cuidado del medio ambiente. ¿Y a que oradores admiras más? A Carlos Cuauhtémoc Sánchez, me gusta su estilo, es muy dinámico en sus exposiciones. ¿Solo a él? No, también a Jorge Rivero y a Miguel Ángel Cornejo. En el 2008, a
la edad de once años, Carlos fue distinguido por la “Red Mundial de Conferencistas” (organización
internacional con sede en Alemania y que agrupa a conferencistas profesionales
de habla hispana en todo el mundo) como CONFERENCISTA REVELACION. Esta organización lo ha apoyado con gran entusiasmo desde entonces, catapultándolo internacionalmente.
Son ya múltiples las presentaciones que ha hecho para organizaciones juveniles en Perú y países vecinos. Por ello, en el año 2010, la Organización Continental de Excelencia Educativa (ORCODEE) le otorgó la condecoración especial LEGATUS SAPIENTIA, en reconocimiento a su labor en pro de la educación y la búsqueda de la excelencia educativa en Latinoamérica, así como el título honorífico de EXCELENTÍSIMO EDUCADOR CONTINENTAL, en recompensa a su esfuerzo y logro en la loable tarea a favor de la educación y la cultura latinoamericana.
Son ya múltiples las presentaciones que ha hecho para organizaciones juveniles en Perú y países vecinos. Por ello, en el año 2010, la Organización Continental de Excelencia Educativa (ORCODEE) le otorgó la condecoración especial LEGATUS SAPIENTIA, en reconocimiento a su labor en pro de la educación y la búsqueda de la excelencia educativa en Latinoamérica, así como el título honorífico de EXCELENTÍSIMO EDUCADOR CONTINENTAL, en recompensa a su esfuerzo y logro en la loable tarea a favor de la educación y la cultura latinoamericana.
“Este año –2012– termino la secundaria y
quiero estudiar psicología organizacional porque quiero ser conferencista
internacional”, comenta, y la verdad es que ya tiene su camino trazado. Además
de los múltiples premios que ha recibido, actualmente es Miembro Silver de la
“Red Mundial de Conferencistas” y coautor de los libros La Biblia de la
Motivación y Liderazgo en la Cumbre publicados por esta organización.
TRES
Motivado
por haber conocido a Carlos, hice una búsqueda en internet sobre niños-genio peruanos
y me sorprendió la gran cantidad de nombres que pude encontrar. Los hay hábiles
con las matemáticas, el ajedrez, la pintura, la música, el karate. Hasta hay
uno que crea juegos para iPhone. Varios de ellos han logrado para el Perú
medallas mundiales de oro y plata.
Entre
todo lo que leo encuentro un dato casi común a todos ellos: provienen de
familias de modesta condición económica, han estudiado en colegios normales sin
atención especializada y dieron sus pininos usando sus juguetes o con materiales
muy modestos –cartones descartados, botellas de plástico, etcétera–. Algo que
realmente me conmueve y me hace creer firmemente en la voluntad de superación
de la niñez peruana, y en un futuro brillante para nuestro país.
Pero
en medio de toda esta nota optimista, aparece una sombra oscura. Un hecho que
por su naturaleza resulta indignante: en su mayoría, estos niños-genio no
tienen el apoyo del gobierno peruano. Hasta se han dado casos de campeones de
ajedrez que tiene que mendigar apoyo a través de la televisión a las empresas
privadas para asistir a los campeonatos mundiales porque el Instituto Nacional
del Deporte no les brinda ninguno. ¿Y saben que es a la vez emotivo y
sublevante? Que después de tantas
penurias, estos niños, abandonados por el estado, terminan trayendo nuevas
preseas para la gloria de su patria… de nuestra patria.
Esperemos
que esta vez con Carlos no se repita el conocido refrán “nadie es profeta en su
tierra” y el Ministerio de Educación apoye a este gran valor nacional. “El
futuro de nuestro país está en nuestra niñez”, escuchamos repetir
frecuentemente, ya es hora de que este slogan sea más que una frase y se
convierta en una realidad.
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