miércoles, 12 de febrero de 2014

Selecciona bien el tipo de tú discurso

¿Qué pensarías de un tipo enfundado en un elegante terno… tomando el sol en las candentes arenas de Ipanema?

¿Qué pensarías del mismo tipo dando una conferencia empresarial… en bermuda y alpargatas?

Pues que, a menos que se trate de un golpe publicitario, el susodicho está totalmente desubicado, ¿verdad que si?


Pues lo mismo le sucederá al expositor que no haya estudiado cuidadosamente a su público, el tema y los objetivos de su plática.


Antes de pararte con gran confianza frente a tu auditorio, días antes de tu presentación, mientras te preparas, debes pregunte ¿cuál será el perfil de la concurrencia asistente? ¿Ellos esperan comprender un proceso, solución para un problema o incrementar la confianza grupal en las metas trazadas? ¿Qué deseo que hagan las personas después de escucharme? En pocas palabras, debes decidir qué tipo de discurso vas a pronunciar.

Aunque existen diversas formas de clasificar y sub-clasificar los parlamentos, la siguiente, basada en la intensión comunicativa, es la más generalizada y popular.

informativos,
persuasivos,
de entretenimiento, y
para ocasiones especiales.


Dado que en este artículo hablaremos de los discursos informativos y persuasivos, sobre las pláticas de entretenimiento solo vamos a decir que su objetivo es crear un ambiente de relajación y diversión como las stand up comedy de Claudia Dammert o de Carlos Galdos, o la narración de cuentos como los de Jim Hendson.

Las alocuciones para ocasiones especiales, por su parte, comprenden todo tipo de brindis, conmemoraciones y celebraciones de fechas o personajes.


Ya hablando de los discursos informativos, lo esencial en ellos es contribuir a que el público aprenda un conocimiento nuevo, profundice en un tema o desarrolle una nueva habilidad.

Al tratar en su mayor parte con datos y detalles, estas presentaciones aluden a la memorización más que a las emociones o la imaginación, por lo que son generalmente fríos y, en algunos casos, un tanto aburridos.

Cuentan que en cierta ocasión San Pablo de Tarso se puso a predicar sobre las virtudes, era tan largo su sermón, y estaba tan saturado de citas bíblicas y palabras eruditas que la mayoría de los presentes se durmieron, y uno de ellos, un joven llamado Eutico, que se había sentado en un estrado alto, se calló y se rompió el cuello. En cambio, las pláticas de San Francisco de Asís, tan llenas de ejemplos de la vida cotidiana, atraía hasta a los sencillos campesinos, que venían desde muy lejos para escucharlas con gran interés.

Moraleja, haz tus charlas informativas más interesantes sazonándolas con demostraciones y comparaciones impactantes que vuelvan corpóreos, visibles, los números fríos y los conceptos abstractos.

Los discursos informativos se sub clasifican en:

explicativos, y
expositivos.

El discurso explicativo persigue se comprendan las etapas y la dinámica de un proceso. Se lo utiliza con mucha eficacia cuando se busca desarrollar una nueva habilidad en los participantes. Se basa en un estilo académico y es usado en las conferencias y seminarios técnicos.

Vídeo: Claves para una presentación eficaz


El discurso expositivo, en cambio, da a conocer un tema mediante una selección de sus atributos sobresalientes (no necesariamente del mismo nivel de importancia). Tiene partes de información objetiva y partes de valoración subjetiva. Una charla expositiva es una visión panorámica que organiza los diversos tópicos a presentar en un esquema comprensible a la vez que motivador.

Vídeo: Qué es NeuroCoaching


Por su parte, los discursos persuasivos buscan inducir que el público cambie, ya sea su comportamiento, su  manera de pensar o sus preferencias, aceptando tu punto de vista. Para ello necesitan destacar las diferencias y abogar por una posición. Es por esta razón que la gran diferencia entre las alocuciones informativas y persuasivas es que aquellas tienen solo tema, mientras estas cuentan con tema y proposición. 

Los parlamentos persuasivos son más apasionados, agitados, pues cambiar, para la persona promedio, significa hacer modificaciones de conjunto en las partes racional, emotiva, ética y estética de su personalidad. El gran matemático Blaise Pascal, sentenció en una ocasión, charlando con un grupo de sus pupilos: "El arte de persuadir consiste tanto en el de agradar como en el de convencer; ya que los hombres se gobiernan más por el capricho que por la razón".

Los discursos persuasivos se sub clasifica en:

de convencimiento,
inspirador, y
de llamado a la acción.



El discurso para convencer conduce al auditorio hacia un cambio de mentalidad (mudanza de creencias), y puede no solicitar hacer algo en lo inmediato. Es racional y emotivo y sigue el esquema del discurso clásico (introducción, narración, proposición, argumentación, digresión, cierre).

Vídeo: Discurso de Hugo Chávez en la ONU 


El discurso inspirador motiva a los asistentes para alcanzar metas en el mediano plazo (modificación de actitudes o comportamientos). Es emotivo y usa generalmente el esquema llamado Secuencia Motivadora de Monroe.

Vídeo: El camino del éxito


El discurso de llamado a la acción impulsa a los oyentes a hacer algo en el muy corto plazo, dentro de las 48 horas siguientes (pasar de la inercia a la acción). Es emotivo y enérgico y también usa la Secuencia Motivadora de Monroe.

Vídeo: Barack Obama, Yes we can


En Roma, los mentores, para enseñar a sus alumnos la diferencia entre una arenga inspiradora y una de llamado a la acción les decían: “Cuando Cicerón habla la gente dice: ´que buen discurso´; en cambio, cuando Cesar habla la gente dice: ´¡pongámonos en marcha!´”.


Antes de presentar tu discurso, e incluso antes de elaborar un esquema de él, debes decidir cuál es el tipo que mejor se adapta al tema, al auditorio y al resultado buscado. Este paso te garantizará el éxito aun cuando no seas un orador consumado.

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