¿Qué pensarías de un tipo enfundado en un elegante terno… tomando el sol en las candentes arenas de Ipanema?
¿Qué pensarías del mismo tipo dando una conferencia empresarial… en bermuda y alpargatas?
Pues que, a menos que se trate de un golpe publicitario, el susodicho está totalmente desubicado, ¿verdad que si?
Pues lo mismo le sucederá al expositor que no haya estudiado cuidadosamente a su público, el tema y los objetivos de su plática.
Antes de pararte con gran confianza frente a tu auditorio, días antes de tu presentación, mientras te preparas, debes pregunte ¿cuál será el perfil de la concurrencia asistente? ¿Ellos esperan comprender un proceso, solución para un problema o incrementar la confianza grupal en las metas trazadas? ¿Qué deseo que hagan las personas después de escucharme? En pocas palabras, debes decidir qué tipo de discurso vas a pronunciar.
Aunque existen diversas formas de clasificar y sub-clasificar los parlamentos, la siguiente, basada en la intensión comunicativa, es la más generalizada y popular.
informativos,
persuasivos,
de entretenimiento, y
para ocasiones especiales.
Dado que en este artículo hablaremos de los discursos informativos y persuasivos, sobre las pláticas de entretenimiento solo vamos a decir que su objetivo es crear un ambiente de relajación y diversión como las stand up comedy de Claudia Dammert o de Carlos Galdos, o la narración de cuentos como los de Jim Hendson.
Las alocuciones para ocasiones especiales, por su parte, comprenden todo tipo de brindis, conmemoraciones y celebraciones de fechas o personajes.
Ya hablando de los discursos informativos, lo esencial en ellos es contribuir a que el público aprenda un conocimiento nuevo, profundice en un tema o desarrolle una nueva habilidad.
Al tratar en su mayor parte con datos y detalles, estas presentaciones aluden a la memorización más que a las emociones o la imaginación, por lo que son generalmente fríos y, en algunos casos, un tanto aburridos.
Cuentan que en cierta ocasión San Pablo de Tarso se puso a predicar sobre las virtudes, era tan largo su sermón, y estaba tan saturado de citas bíblicas y palabras eruditas que la mayoría de los presentes se durmieron, y uno de ellos, un joven llamado Eutico, que se había sentado en un estrado alto, se calló y se rompió el cuello. En cambio, las pláticas de San Francisco de Asís, tan llenas de ejemplos de la vida cotidiana, atraía hasta a los sencillos campesinos, que venían desde muy lejos para escucharlas con gran interés.
Moraleja, haz tus charlas informativas más interesantes sazonándolas con demostraciones y comparaciones impactantes que vuelvan corpóreos, visibles, los números fríos y los conceptos abstractos.
Los discursos informativos se sub clasifican en:
explicativos, y
expositivos.
El discurso explicativo persigue se comprendan las etapas y la dinámica de un proceso. Se lo utiliza con mucha eficacia cuando se busca desarrollar una nueva habilidad en los participantes. Se basa en un estilo académico y es usado en las conferencias y seminarios técnicos.
Vídeo: Claves para una presentación eficaz
El discurso expositivo, en cambio, da a conocer un tema mediante una selección de sus atributos sobresalientes (no necesariamente del mismo nivel de importancia). Tiene partes de información objetiva y partes de valoración subjetiva. Una charla expositiva es una visión panorámica que organiza los diversos tópicos a presentar en un esquema comprensible a la vez que motivador.
Vídeo: Qué es NeuroCoaching
Por su parte, los discursos persuasivos buscan inducir que el público cambie, ya sea su comportamiento, su manera de pensar o sus preferencias, aceptando tu punto de vista. Para ello necesitan destacar las diferencias y abogar por una posición. Es por esta razón que la gran diferencia entre las alocuciones informativas y persuasivas es que aquellas tienen solo tema, mientras estas cuentan con tema y proposición.
Los parlamentos persuasivos son más apasionados, agitados, pues cambiar, para la persona promedio, significa hacer modificaciones de conjunto en las partes racional, emotiva, ética y estética de su personalidad. El gran matemático Blaise Pascal, sentenció en una ocasión, charlando con un grupo de sus pupilos: "El arte de persuadir consiste tanto en el de agradar como en el de convencer; ya que los hombres se gobiernan más por el capricho que por la razón".
Los discursos persuasivos se sub clasifica en:
de convencimiento,
inspirador, y
de llamado a la acción.
El discurso para convencer conduce al auditorio hacia un cambio de mentalidad (mudanza de creencias), y puede no solicitar hacer algo en lo inmediato. Es racional y emotivo y sigue el esquema del discurso clásico (introducción, narración, proposición, argumentación, digresión, cierre).
Vídeo: Discurso de Hugo Chávez en la ONU
El discurso inspirador motiva a los asistentes para alcanzar metas en el mediano plazo (modificación de actitudes o comportamientos). Es emotivo y usa generalmente el esquema llamado Secuencia Motivadora de Monroe.
Vídeo: El camino del éxito
El discurso de llamado a la acción impulsa a los oyentes a hacer algo en el muy corto plazo, dentro de las 48 horas siguientes (pasar de la inercia a la acción). Es emotivo y enérgico y también usa la Secuencia Motivadora de Monroe.
Vídeo: Barack Obama, Yes we can
En Roma, los mentores, para enseñar a sus alumnos la diferencia entre una arenga inspiradora y una de llamado a la acción les decían: “Cuando Cicerón habla la gente dice: ´que buen discurso´; en cambio, cuando Cesar habla la gente dice: ´¡pongámonos en marcha!´”.
Antes de presentar tu discurso, e incluso antes de elaborar un esquema de él, debes decidir cuál es el tipo que mejor se adapta al tema, al auditorio y al resultado buscado. Este paso te garantizará el éxito aun cuando no seas un orador consumado.
¿Qué pensarías del mismo tipo dando una conferencia empresarial… en bermuda y alpargatas?
Pues que, a menos que se trate de un golpe publicitario, el susodicho está totalmente desubicado, ¿verdad que si?
Pues lo mismo le sucederá al expositor que no haya estudiado cuidadosamente a su público, el tema y los objetivos de su plática.
Antes de pararte con gran confianza frente a tu auditorio, días antes de tu presentación, mientras te preparas, debes pregunte ¿cuál será el perfil de la concurrencia asistente? ¿Ellos esperan comprender un proceso, solución para un problema o incrementar la confianza grupal en las metas trazadas? ¿Qué deseo que hagan las personas después de escucharme? En pocas palabras, debes decidir qué tipo de discurso vas a pronunciar.
Aunque existen diversas formas de clasificar y sub-clasificar los parlamentos, la siguiente, basada en la intensión comunicativa, es la más generalizada y popular.
informativos,
persuasivos,
de entretenimiento, y
para ocasiones especiales.
Dado que en este artículo hablaremos de los discursos informativos y persuasivos, sobre las pláticas de entretenimiento solo vamos a decir que su objetivo es crear un ambiente de relajación y diversión como las stand up comedy de Claudia Dammert o de Carlos Galdos, o la narración de cuentos como los de Jim Hendson.
Las alocuciones para ocasiones especiales, por su parte, comprenden todo tipo de brindis, conmemoraciones y celebraciones de fechas o personajes.
Ya hablando de los discursos informativos, lo esencial en ellos es contribuir a que el público aprenda un conocimiento nuevo, profundice en un tema o desarrolle una nueva habilidad.
Al tratar en su mayor parte con datos y detalles, estas presentaciones aluden a la memorización más que a las emociones o la imaginación, por lo que son generalmente fríos y, en algunos casos, un tanto aburridos.
Cuentan que en cierta ocasión San Pablo de Tarso se puso a predicar sobre las virtudes, era tan largo su sermón, y estaba tan saturado de citas bíblicas y palabras eruditas que la mayoría de los presentes se durmieron, y uno de ellos, un joven llamado Eutico, que se había sentado en un estrado alto, se calló y se rompió el cuello. En cambio, las pláticas de San Francisco de Asís, tan llenas de ejemplos de la vida cotidiana, atraía hasta a los sencillos campesinos, que venían desde muy lejos para escucharlas con gran interés.
Moraleja, haz tus charlas informativas más interesantes sazonándolas con demostraciones y comparaciones impactantes que vuelvan corpóreos, visibles, los números fríos y los conceptos abstractos.
Los discursos informativos se sub clasifican en:
explicativos, y
expositivos.
El discurso explicativo persigue se comprendan las etapas y la dinámica de un proceso. Se lo utiliza con mucha eficacia cuando se busca desarrollar una nueva habilidad en los participantes. Se basa en un estilo académico y es usado en las conferencias y seminarios técnicos.
Vídeo: Claves para una presentación eficaz
El discurso expositivo, en cambio, da a conocer un tema mediante una selección de sus atributos sobresalientes (no necesariamente del mismo nivel de importancia). Tiene partes de información objetiva y partes de valoración subjetiva. Una charla expositiva es una visión panorámica que organiza los diversos tópicos a presentar en un esquema comprensible a la vez que motivador.
Vídeo: Qué es NeuroCoaching
Por su parte, los discursos persuasivos buscan inducir que el público cambie, ya sea su comportamiento, su manera de pensar o sus preferencias, aceptando tu punto de vista. Para ello necesitan destacar las diferencias y abogar por una posición. Es por esta razón que la gran diferencia entre las alocuciones informativas y persuasivas es que aquellas tienen solo tema, mientras estas cuentan con tema y proposición.
Los parlamentos persuasivos son más apasionados, agitados, pues cambiar, para la persona promedio, significa hacer modificaciones de conjunto en las partes racional, emotiva, ética y estética de su personalidad. El gran matemático Blaise Pascal, sentenció en una ocasión, charlando con un grupo de sus pupilos: "El arte de persuadir consiste tanto en el de agradar como en el de convencer; ya que los hombres se gobiernan más por el capricho que por la razón".
Los discursos persuasivos se sub clasifica en:
de convencimiento,
inspirador, y
de llamado a la acción.
El discurso para convencer conduce al auditorio hacia un cambio de mentalidad (mudanza de creencias), y puede no solicitar hacer algo en lo inmediato. Es racional y emotivo y sigue el esquema del discurso clásico (introducción, narración, proposición, argumentación, digresión, cierre).
Vídeo: Discurso de Hugo Chávez en la ONU
El discurso inspirador motiva a los asistentes para alcanzar metas en el mediano plazo (modificación de actitudes o comportamientos). Es emotivo y usa generalmente el esquema llamado Secuencia Motivadora de Monroe.
Vídeo: El camino del éxito
El discurso de llamado a la acción impulsa a los oyentes a hacer algo en el muy corto plazo, dentro de las 48 horas siguientes (pasar de la inercia a la acción). Es emotivo y enérgico y también usa la Secuencia Motivadora de Monroe.
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En Roma, los mentores, para enseñar a sus alumnos la diferencia entre una arenga inspiradora y una de llamado a la acción les decían: “Cuando Cicerón habla la gente dice: ´que buen discurso´; en cambio, cuando Cesar habla la gente dice: ´¡pongámonos en marcha!´”.
Antes de presentar tu discurso, e incluso antes de elaborar un esquema de él, debes decidir cuál es el tipo que mejor se adapta al tema, al auditorio y al resultado buscado. Este paso te garantizará el éxito aun cuando no seas un orador consumado.
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